El texto se ha traducido y adaptado al castellano actual utilizando ChatGPT.
Discurso sobre el Dios del Dinero
Había un joven noble, hijo de un alto funcionario, rico y poderoso, que paseaba ostentoso por la capital con sus lujosas vestiduras, mientras su carruaje se detenía en el mercado. Allí vio al señor Qimu, un anciano de cabello canoso que caminaba a pie.
El joven le dijo:
—¡Vaya! Ya eres mayor, pero caminas a pie y con las manos vacías. ¿A dónde vas?
El anciano respondió:
—Voy a visitar a un hombre distinguido.
El joven preguntó:
—¿Has estudiado el
Libro de las Odas (Shijing)?
—¿Y el Libro de los Ritos (Lijing)?
—Sí, también lo he estudiado.
—¿Y el Libro de las Mutaciones (Yijing)?
—Sí, lo he estudiado también.
El joven dijo:
—¿Acaso no dice el
Libro de las Odas: "Con ofrendas de seda y recipientes, se demuestra la más profunda gratitud, y sólo entonces los leales ministros y nobles invitados pueden expresar plenamente su corazón"? ¿Y no dice el Libro de los Ritos: "El hombre ofrece jade, seda, aves y frutos; la mujer ofrece nueces, dátiles y ciruelas secas como tributo"? ¿No señala el Libro de las Mutaciones: "¡Qué grande es el principio de seguir los tiempos!"? Veo lo que llevas y lo que haces, y me pregunto, ¿sigues el mundo? Aunque dices haber estudiado, debo pensar que no lo has hecho.
El anciano respondió:
—Llevo como ofrenda mis pensamientos claros y utilizo mi ingenio como seda y jade. ¿Acaso no dice el rito que la esencia de la cortesía no reside en las ofrendas materiales?
El joven, riendo ruidosamente, respondió:
—¡Qué obstinado eres con tus palabras! No entiendes el pasado ni el presente. Hoy, ¿qué utilidad tienen las charlas filosóficas? Los tiempos han cambiado, las costumbres son diferentes. Los ricos son honorables y los pobres son despreciados. Pero tú aún defiendes la virtud y te aferras a la honestidad, como si buscaras una espada perdida en el río grabando la borda del barco, o afinando un laúd sin flexibilidad. Que seas pobre y no reconocido es algo que ya se esperaba.
El joven continuó:
—En tiempos antiguos, después de la muerte del emperador divino Shennong, los sabios como el Emperador Amarillo, Yao y Shun enseñaron al pueblo a cultivar y tejer, estableciendo el uso de seda y telas como base de las transacciones.
Pero las mentes más ingeniosas y visionarias idearon un cambio. Extrajeron minerales de las montañas de cobre, observando el cielo y la tierra, y acuñaron monedas. Así nació el dinero, con su diseño simbólico: un interior cuadrado para representar la tierra, y un exterior redondo para representar el cielo.
¡Qué grandiosa creación! Las monedas, apiladas, se asemejan a montañas; en movimiento, fluyen como ríos. Su uso sigue los tiempos, y su circulación tiene reglas. Son útiles en los mercados y no sufren desgaste. Su resistencia al deterioro simboliza la longevidad, y su constancia, el camino del orden universal. Por ello, el dinero ha perdurado como un tesoro venerado por las generaciones.
El joven prosiguió:
—Llamamos a las monedas "Hermano de Agujero Cuadrado" (
孔方兄), y son tan queridas como un pariente cercano. Quien las pierde, se empobrece y debilita; quien las posee, se enriquece y fortalece.
Aunque no tienen alas, vuelan. Aunque no tienen pies, corren. Su poder puede suavizar el rostro más severo y abrir la boca más cerrada.
En los asuntos humanos, quienes poseen dinero lideran; quienes no lo tienen, siguen. Los ricos son señores; los pobres, sirvientes. Como dice el Libro de las Odas: "Dichosos los ricos; desdichados los solitarios." ¿No es esto prueba de que el dinero es un dios?
El dinero no tiene posición, pero es venerado. No tiene fuerza, pero es irresistible. Puede abrir las puertas más imponentes y entrar en los salones más prestigiosos. Con su poder, los problemas se resuelven, la vida se salva, la pobreza se convierte en riqueza, y hasta la muerte puede evitarse.
Por eso, las disputas legales no se ganan sin dinero. Los huérfanos y los débiles no pueden avanzar sin él. Los odios y rencores no se disuelven sin dinero. Incluso las conversaciones agradables y las risas dependen de su presencia.